Haré hoy mi particular crónica sobre este tema apasionante. Empecemos:
Los temores y esperanzas que marcaron el final del primer milenio pusieron de actualidad el texto del Apocalípsis de san Juan en que el apóstol narra las visiones de Patmos.
Babilonia en llamas. Un angel vuela sobre una ciudad mozárabe, llena de riquezas pero sin un alma. En los huecos de las ventanas de las casas vacías hay vasos preciosos. 1047. Biblioteca Nacional. Madrid.
El contenido de la obra, que aborda primordialmente la cuestión de la escatología- el destino último del hombre y del universo-, respondía a las preocupaciones sobre la salvación.
El Apocalipsis da una lección de esperanza: tras el tiempo del castigo viene la certeza del reino de Dios, ya que el texto termina con el establecimiento de la “nueva Jerusalén, vestida como una esposa engalanada para su esposo”.
La Bestia, el dragón y el falso profeta vomitan ranas. Beato de Liébana. Siglo XI.
Hacia el año 950 se difundieron los Comentarios sobre el Apocalipsis , obra escrita en el 766 por el monje asturiano Beato de Liébana. El texto fue transcrito de nuevo, y ricamente iluminado en suntuosos manuscritos llamados “beatos”, de los que se conservan veinticinco, catorce de ellos realizados en los siglos X y XI.
Los monstruos invaden la tierra. Las pesadillas nacidas de la inseguridad de la época inspiraban un gran temor, ya que el fin del mundo se veía próximo. Beato de Liébana. Siglo XI.
Las relaciones entre Francia y el Norte de España a favor de la peregrinación de Santiago de Compostela dieron a conocer la obra en el norte de los Pirineos, donde posteriormente se realizaron una nueva serie de manuscritos.
Las langostas que se propagaron por la tierra, con un poder parecido al de los escorpiones y semejante a caballos aparejados para la guerra tenían sobre sí al ángel del abismo. Apocalípsis de Saint- Sever. Biblioteca Nacional, París.
El más bello es el Apocalipsis de Saint-Sever, realizado a mediados del siglo XI en la abadía fundada en 982 por Guillermo Sancho, duque de Gascuña.
El quinto trompeta y los caballos infernales. Beato de Liébana. Siglo XI.
¡Confío en que os haya resultado interesante!