Hoy hablaremos de este lugar fascinante. Empecemos:
Monasterio de Simonos Petras, Simón Pedro. Según la mitología griega, el monte Athos nació de un gesto de desafío del gigante Athos que lanzó una piedra a Poseidón, dios del mar.
Desde los inicios del monacato oriental, el monje modelo había sido el ermitaño. En un imperio que había dejado sus desiertos en manos de los árabes, los aspirantes a la santidad se dirigieron hacia las montañas, en los alrededores de Constantinopla: el monte Kyminas y el Olimpo de Bitinia, al norte de Bursa.
Las Marías visitando el sepulcro de Cristo. Gracias a los pintores de iconos del monte Athos esta iconografía se difundió por los Balcanes y el mundo eslavo.
Más tarde descubrieron la península más oriental y escarpada de Calcídica, la de Agion Oros, donde se encuentra el monte Athos, abandonada por sus habitantes.
Nacimiento de Jesús, de Teófanes de Creta, artista activo en el monte Athos
Entre los siglos IX y X se multiplicaron las ermitas, y los ascetas se organizaron en torno al protos («primero»), instalado en Carias o Kariés.
San Atanasio funda Lavras, gran monasterio o laura en la falda del monte Athos. Debajo, la imagen del refectorio del monasterio.
La llegada del monje Atanasio, iniciado en el monacato en el monte Kyminas por Miguel Maleinos, tío de Nicéforo Focas, cambió la situación.
Atanasio fundó en el extremo de la península una laura, monasterio cuya norma de vida era un compromiso entre el eremitismo y el cenotibismo: los monjes vivían aislados en sus celdas y se reunían para las comidas y el oficio del sábado y el domingo.
Hospedería de un monasterio. Los peregrinos llegaban a venerar a la Virgen, única presencia femenina del monte Athos: en 1060 una bula prohibió el acceso a las mujeres.
Atanasio, al que dotó generosamente Nicéforo Focas, hizo cavar la montaña para traer el agua de riego a los huertos del monasterio de Lavras. En los años siguientes se fundaron unas diez lauras