Hoy nos aproximaremos a estas terroríficas reuniones, empecemos:
La reunión con el diablo constituía el punto máximo del crimen de brujería, pues transgredía la justicia divina y humana.
El sabbat de los valdenses, secta cristiana maniquea fundada a finales del siglo XII. En señal de fidelidad, los fieles besan el trasero del diablo, que tomaba forma de macho cabrío. Siglo XV. Biblioteca Nacional, París.
La ceremonia del sabbat ponía al mundo del revés y rebajaba al ser humano, criatura de Dios, al rango de animal. Solía celebrarse en algún lugar desierto, en noche de luna llena.
Sabbat de brujas, diablos y animales diabólicos. Esta pintura se realizó originalmente para una obra de teatro. Siglo XVII. Biblioteca Nacional de París.
Magdalena des Aymards, una jóven de quince años, describió el sabbat al que había asistido varias veces en 1606: «Transportada por los aires a una montaña» encontró «gran número de personas, tanto hombres como mujeres de toda clase y condición».
La joven bruja. La belleza, que los eclesiásticos que habían hecho voto de castidad, no podía ser más que cosa del diablo. Antoine Wiertz. Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas.
Satán pidió a sus servidores que rindieran cuenta «de los males que habían cometido, qué personas habían matado, envenenado, indispuesto o enfermado, qué ganado habían hecho morir y qué otros males habían hecho».
A continuación se celebró una misa burlesca, dicha del revés, sobre un altar negro…
Escena de brujería. Mujeres desnudas montadas en escobas salen por la chimenea después de pronunciar un sortilegio. 1663. David Teniers el Joven. Museo de la Antigua Cartuja, Douai.
Durante el sabbat se bailaba- lo que horrorizaba a la Iglesia- «espalda contra espalda», al son del tamboril y, finalmente el maestro de ceremonias apagaba la luz y entonces cada hombre de los asistentes tomaba a cada una de las mujeres o chicas que había allí, las acostaban en el suelo y las gozaban y las conocían carnalmente por orden del diablo»
Los procesos de brujería pretendían mantener a raya al contrapoder femenino que las brujas representaban. 1797-1798. Francisco de Goya. Conjuro. Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
Una costumbre horripilante y atroz ¿No creéis?
¡Confío en que os haya resultado interesante!