El miércoles 12 de noviembre tuvo lugar en la Casa de Vacas del madrileño parque del Retiro el acto de celebración de aniversario de la Fundación MAXAM, en el que se presentó a los medios la nueva obra de arte que ilustra sus calendarios cada año. En este caso la obra es de la pintora Isabel Quintanilla. Pongámonos en situación en primer lugar, acerca de la fundación,
La Fundación MAXAM tiene por objeto la realización de actividades orientadas a la promoción y consecución de fines de interés general de carácter cívico, social, educativo, cultural, científico, artístico y de investigación y desarrollo tecnológico. Una suerte de institución humanista en pleno siglo XXI, y cuyo origen se remonta al 19 de septiembre de 1866, cuando un innovador Alfred Nobel patentó un nuevo explosivo: «Dinamita o Pólvora de Seguridad Nobel».
Él mismo diría:“Mi nuevo explosivo, denominado dinamita, es sencillamente nitroglicerina combinada con un silicato muy poroso, y le he dado un nuevo nombre, no para esconder su naturaleza, sino para enfatizar su carácter explosivo en su nueva forma; éste era tan diferente que era necesario darle un nuevo nombre. Es una masa de color rojo-amarillo, de textura blanda y plástica, presentada de forma encartuchada de un cierto calibre y entonces envuelto en papel”. En España otorgó el privilegio a Amadeo de Saboya ( poco pudo hacer, por la fugacidad de su reinado) y fundó la Sociedad española de dinamita en Bilbao en 1872.. En los años siguientes, con su patente como aportación al capital social y junto con socios locales, creó en distintos países empresas productoras y comercializadoras de dinamita.
El nombre inicial de dicha empresa en España fue UEE, empresa puntera ligada a la actividad minera, evolución de infraestructuras y obra pública. Ahora el concepto, más global y amplio se conoce bajo las siglas MAXAM.
Fue en 1900 cuando se decidió dar un toque artístico cultural a la entidad, con la realización de una obra de arte para ilustrar a partir de ese momento un calendario anual, semblanza de la evolución de la empresa con primeras figuras de nuestro panorama. Así la primera obra se le encargó al famoso decorador e ilustrador Arturo Mélida, que también realizó el del siguiente año.
En ese momento el diseño gráfico era un factor en alza, debido al auge de la prensa escrita, gran avance fruto de los cambios sociales y económicos. Eran, pues, altamente valorados los ilustradores, que dedicaban su tiempo y energía a acompañar con bellos dibujos las noticias que se leían en los periódicos.
Se abrió fuego en estos almanaques con grandes del noucentismo y la pintura española, como Cecilio Pla, o Manuel Benedito
La iconografía sorprende por la modernidad: mujeres empuñando rifles, o jugando con fuego,como símbolos de independencia, o niños experimentando con el placer y la atracción por el fuego, se convirtieron, pues en referencia en esta primeras ilustraciones del calendario.
También participó el insigne Julio Romero de Torres, con sus mujeres morenas
La belleza racial de la española con atributos que llenan de atrevida modernidad estas maravillosas obras de arte. La imagen inferior son unos Cazadores de perdiz, de Adelardo Covarsi Yustas. El arte, pues, volvía a servir de propaganda para aquellos «mecenas» que contrataban estos servicios.
Maravillosa la escena que ilustra el calendario en 1985, de Amalia Avia, pintora realista, mujer de Lucio Muñoz, que significó mucho en el arte de la década, y que tenía el poder de humanizar estos espacios inanimados.
La década del 2000 estuvo representada por grandes de la talla de Eduardo Úrculo, Sigfrido Martin Begué y su Santa Bárbara, patrona de los explosivos, y Rafael Canogar, ( con quien tuve la fortuna de conversar) con su voladura controlada
Tras la presentación se sirvió un cocktail que estuvo a la altura de las circunstancias. En él también departí con Sigfrido Martín Begué, Manuel Huertas, o la misma Isabel Quintanilla, cuya explicación de su obra dejo como link de remate de este post. Desde aquí doy la enhorabuena a la fundación, a Lucas Ferreira, que tuvo la deferencia de invitarme al acto, y con quien compartí un rato delicioso, y a todos los que hicieron posible una velada inolvidable.