DAMIEN HIRST EN LA TATE MODERN DE LONDRES

Damien Hisrt, el artista británico más polémico, provocador y controvertido es actualmente protagonista de una exposición que hace una «radiografía» a su trayectoria.

El hecho no deja de ser curioso, máxime cuando él mismo, en el año 2000 decía que los museos son para los artistas muertos. Por entonces era el artista vivo más cotizado de Inglaterra, por detrás de David Hockney( aunque luego le superaría).

También puede resultar incoherente que, 12 años después de decir:» ¿qué pinta alguien como yo en la puta TATE»? (palabras textuales), la exposición estrella de la Institución la presida un tiburón tigre en formol dentro de una gran vitrina.

¿Necedad? ¿Bipolaridad?, simplemente opino que se debe a su incontinencia verbal, o de un afán provocador premeditado, como cuando dijo también «los museos son aburridos, el peor sitio para ver arte».

En cualquier caso es mejor no quedarse en la superficie. La muestra propicia conocer qué pulsiones le movieron en sus principios, y después sacar cada uno nuestras conclusiones..

De su obra podemos decir que es un continuo baile con la muerte. Ya desde su adolescencia trabajó en una funeraria, y ya parecía insensible al contacto con cadáveres. En este sentido jugará con la dificultad del ser humano de aceptarla. ¿No nos envía la imagen de su tiburón en primer plano de la exposición una señal de seguir con vida, pese a todo?

Se muestran sus piezas icónicas, fruto de 25 años de trabajo, van desde sus animales muertos en vitrinas a sus delicados muestrarios de mariposas, catálogos de peces, armarios de medicinas…tambien son relevantes sus esculturas de ángeles diseccionados a la » maniera» de las consultas de los médicos…

En otro apartado colocaríamos sus «Spin» paintings( pinturas giratorias fruto del lanzamiento de pintura al azar por una máquina sobre lienzo) y sus «spot» paintings, de lunares perfectos y equidistantes entre sí sobre superficie siempre blanca.

De infancia sórdida, pronto pasó a formar los «Young British Artists» donde mostraría las vías por las que caminaría su obra, impregnada de un conceptualismo casi salvaje. Una de sus primeras creaciones fue la cabeza de una vaca en un charco de sangre,y, al lado un recipiente lleno de larvas que se transformaban en moscas para morir casi simultáneamente en un matamoscas eléctrico que había en el mismo. Brutal, ¿no?

En sus obras siempre emplea animales muertos que saca de mataderos con autorización, y, como curiosidad localizó en 1991 a un cazatiburones australiano al que compró el ejemplar de escualo por 6000 libras.

Ninguna obra representa mejor el binomio arte/capital como «Por amor de Dios», un cráneo recubierto por brillantes, analogía de la inutilidad de vestir la muerte de riqueza. Comprobamos además, dentro de su carácter provocador, que es la única pieza que se puede visitar gratis de la exposición.

Hasta Septiembre estará en el Museo Británico, dando que hablar, y generando la controversia que tanto le gusta a su autor. Animaos si podéis permitiros el lujo de viajar hasta Londres!!