UNA TARDE EN LA PARADISÍACA POLINESIA DE LA MANO DE GAUGUIN «EL SALVAJE»

Aún con el recuerdo en la mente de la maravillosa proximidad que tuvimos la fortuna de sentir con Gauguin y sus nuevos lenguajes creativos, me siento a escribir esta entrada, que espero que sea del agrado de los que me leéis. Cuando estudiaba en la universidad a Gauguin y al círculo del impresionismo siempre me pareció una figura antipática, de un modo instintivo, así que aparqué deliberadamente toda intención de profundizar en su figura. Años después, y gracias a la maravillosa oportunidad brindada por el Thyssen en su veinte aniversario me doy perfecta cuenta de cuán equivocada estuve. De sabios es rectificar, y lo hago de un modo público. La vida de Gauguín( París 1948- Islas Marquesas, 1903) estuvo plena de acción, se podría decir que la mitad de su existencia transcurrió a bordo de algún barco recorriendo y explorando el ancho mundo. Según comentaba varias veces por sus venas corría sangre peruana, ya que alardeaba de tener un antepasado que fué el último virrey del Perú. Sus primeros nueve años de infancia transcurrieron en Río de Janeiro, donde se sintió un niño libre que hablaba español y corría por aquellos frondosos bosques. Esto marcará su trayectoria plena de viajes o como marino mercante o como oficial de la armada…y marcó el espíritu libre que le acompañó de por vida. Pero lo fundamental que acaeció en su vida fué el conocimiento de los artistas románticos en la magnífica colección que tenía su tutor, Ricardo Arosa. Allí «intimó» con el Delacroix seducido por Argel, y cuyo  cuadro nos saluda desde la primera sala a modo de introducción. Es toda una invitación al viaje, ¿no os parece? Su fascinación por esas tierras propiciaron su vuelta al primitivismo, a través de lo exótico, lo misterioso, esa civilización libre de ataduras que se le brindó generosa cuando, tras decirle a su mujer , Mette: «me voy a Panamá a vivir como un salvaje» puso rumbo a esas tierras. La imagen que aquí observamos está realizada a través de una de las ensoñaciones pictóricas del autor, que liberó su imaginación en el proceso creativo. La muchacha sentada con vestimenta rosa pertenecía a la misión católica que había acudido allí a evangelizarlos. ¿Percibís las enormes superficies de color, y el empleo «caprichoso» de éste? En «Mujeres tahitianas» (sobre estas líneas) se observa la fascinación que sintió por este tipo de mujeres, a las que representa de un modo hercúleo y algo achatadas. En el pareo de la de la izquierda se observan reminiscencias de la pintura japonesa, que le redescubrió Van Gogh durante su breve convivencia juntos en Arles. Desde un primer momento sentó las bases de la renovación pictórica  que tanta huella dejaría en su contemporáneos a los que nos referiremos en el diálogo que mantienen en la sala tercera de la muestra. Sería una técnica a partir de grandes superficies de color planas, sin gradación tonal, y una utilización arbitraria del color. Esto impactó de un modo radical en la corriente fauvista apadrinada por Matisse,cuya presencia en la muestra es de gran importancia. El paraíso tahitiano que veremos a continuación es, fundamentalmente un gran homenaje del pintor a la vida auténtica, pura, libre de encorsetamientos y condicionantes morales que impregnaba la vida de los habitantes de aquellas islas del pacífico. Fundamentalmente quiso perpetuar la cultura maori  en vías de desaparición. Muerte. Paisaje con pavos reales Matamua Nos impregnan estas pinturas de fragancias exóticas, recreando paisajes edénicos. A ello contribuyen poderosamente la explosión de colores en grandes masas cromáticas. En «Matamoe» nos habla de la muerte paradójicamente, íntima y misteriosamente ligada a lo salvaje de los trópicos; mientras que en «Matamua» aparece el simbolismo mítico y ancestral del «tiki»( ídolo religioso de forma humana) representando e Hina, la divinidad maori femenina que representa el mundo del misterio y de la noche. La composición se desdobla con el árbol que funciona a modo de bisagra, que desdobla la rotunda escena en la parte derecha, donde una de las mujeres sentadas toca la flauta, y la parte izquierda, en la que aparecen otras figuras realizando un baile ritual en torno a la diosa. Trilogía de los tres tikis o divinidades maoríes: Ku( dios masculino) Hina( esposa de Ku) y el hijo de ambos. ¿No traen a la mente enseguida las figuras de los moais  en la Isla de Pascua? En la tercera salas somos testigos de excepción del diálogo establecido entre Gauguin y los que siguieron su estela de ruptura y reencuentro con la jungla, lo misterioso y lo salvaje. Aventuremos lo que pueden estar diciéndose entre sí:

 

 

 

 

 

Henry Rousseau:» Gorila atacando a un indio

» «Gracias te doy, Gauguin, por abrirnos las puertas a tus coetáneos al maravilloso universo de la jungla, del mundo perdido a los ojos de la civilización humana. Mi lenguaje pictórico difiere del tuyo, ya que mi estética «naif» hace que delimite los contornos, de una manera deliberadamente ingenua. Creo que esa es la manera en la que me puedo expresar más libremente» Franz Marc «El sueño» «Imbuidos de tus enseñanzas en ese momento, oh salvaje Gauguin, mi amigo Kandinsky y yo fundamos «Der blaue reiter» fusionando mi pasión por los caballos y la de él por el color azul. Escapamos del mundo turbulento en que vivimos escapando con nuestra imaginación a un mundo arcádico, en el que hombre y animales convivirán en perfecta armonía. Lo hacemos dentro de nuestra particular teoría cromática, donde lo azul simboliza lo masculino y equilibrado, lo amarillo la locura y pasión de lo femenino, el rojo la fuerza, y el verde el equilibrio» «Selva tropical» Emil Nolde: «Enseguida me sentí impelido a salir en pos de tus pasos, Gauguin, tan pronto tuve noticias de tu libertad compositiva, y tu huida hacia naturalezas salvajes, en estado puro. Liberé la composición, introduciendo grandes extensiones de color y utilizando pequeñas manchas rojas, en forma de loros, para causar más impacto en el espectador. Todo dentro de un estilo anticlasicista y lleno de fuerza» Metzinger, «Bañistas» «Yo realicé mi particular versión del primitivismo dentro de una técnica divisionista. Sabedor de que tú, Gauguin estabas también fuertemente influido por el mundo de la vidriera medieval, quise acentuar el colorido, para que mis bañistas se asemejaran a una vidriera en movimiento. Dentro de una ensoñación que no tenía nada de académica» ¿No os imagináis el diálogo que establecen entre sí, y que bien podría ser el que he reproducido al hablar de ellos ? Etnográficamente hablando Gauguin siempre quiso vivir como ellos, pero siempre mostrando la diferencia entre las dos culturas, sin tener intención alguna de imitarles, sino de aprender, enriqueciéndose, de las diferencias palpables entre una y otra raza y cultura. Muchacha con abanico Maravilloso en esta línea el exótico retrato de esta joven nativa, ataviada con túnica blanca y exótico abanico, sentada en una silla colonial, posando para él con regocijo. La pintura de Gauguin se convirtió en un nuevo canon  una nueva forma de vivir para los expresionistas alemanes de la talla de Kirschner, que traslada a las mujeres desnudas a sus claustrofóbicos espacios( no hay que olvidar lo atormentado que estaba tras haber participado en un conflicto bélico) , Heckel, o Nolde, que se recreó en la fisonomía de los habitantes de los mares del sur, casi con precisión antropológica, todo un prodigio su estudio de las narices, pómulos, y rasgos anatómicos. Dos desnudos, Kirschner Papuan head, Nolde Otros pintores se lanzaron sin ambages a viajar a lugares exóticos, en lo que han llamado «La luna del sur» Resaltar las figuras de 1) Kandinsky, fascinado por el viaje que realizó a Argel en 1905( ¡qué teclas más diversas tocó de modo infatigable el autor ruso!) de cuya obra dejo plasmada una obra: Improvisación 6 (Africano) Kandinsky: Improvisación 6 Destaca en ella lo vibrante de un colorido fruto del influjo de la luz y el color, que quiso plasmar de un modo vibrante. 2) Matisse: «Flores y cerámica» En él el artista rinde su particular homenaje a Gauguin en la utilización de una superficie grande de azul lapislázuli en un bellísimo florero inserto en una composición como de collage. 3) Delaunay emprende un viaje etno-folclórico por la Península Ibérica y pinta su » La portuguesa» dentro de su técnica cubista/ órfica donde introduce el concepto de sinfonía en su pintura, casi caleidoscópica. En la última sala, como colofón encontramos las obras peculiares que Matisse realizó desde la Polinesia francesa con sus  papiers découpés (papeles recortados), reverenciados como la culminación de su carrera y de su principio rector  “orden y belleza, lujo, calma y voluptuosidad” coincidió con el cineasta expresionista Murnau, que estaba realizando su película «Tabú» acerca de las costumbres nativas, y que se puede ver proyectada en una de las paredes de la sala. El esquimal Matisse: «El esquimal» Fotograma de «Tabú» Un público entregado, hizo que valorara más, si cabe, mi trabajo, que a la vez es mi vocación. También contribuyó el espectacular montaje  de la muestra por parte del Museo, auténtico maestro en estas lides. Espero haber aportado algo con la entrada. ¡Feliz sábado!