Revisando la prensa cultural en esta semana que hoy comienza estaba pensando de qué podría tratar la primera entrada del blog, retomado hoy tras unas semanas de descanso.
De repente, y entre otras noticias como la adquisición de un Renoir por una señora en un mercadillo de Estados Unidos( menuda suerte la suya, quién fuera ella) ha emergido ante mi vista la poderosa y subyugante imagen de las puertas del paraíso que un día creara Ghiberti para el Baptisterio de San Juan, en Florencia.
¿Hay una manera mejor de retomar mi trabajo, adormecido durante el período estival?
Como siempre, me he puesto a repasar la historia de la factura de dichas puertas. Entre otras cosas he averiguado lo siguiente:
La primera puerta del Baptisterio de la catedral de Florencia fue decorada por Andrea Pisano en 1330. Para la decoración de la segunda se convocó un concurso al que se presentaron Jacopo della Quercia, Lorenzo Ghiberti, Francesco de Valdambrino y Filippo Brunelleschi. El elegido fue Lorenzo Ghiberti (1378-1455), quien finalizó esta puerta en 1424. Al contrario de lo que era habitual en los relieves de la época, el fondo se utiliza como elemento plástico y forma parte de la representación.
Colocadas esas puertas, el resultado fue tan satisfactorio a la vista de todos que Ghiberti recibió, sin que hubiese mediado concurso alguno, el encargo de elaborar las terceras puertas (del lado este del baptisterio). Más de veinticinco años tardó el escultor en dar por acabado su trabajo, esa obra que sería tan alabada por Miguel Ángel. No era para menos. Ghiberti acabó aquí con las influencias góticas de manera completa. Para ello, compartimentó el espacio en un número menor de paneles, sólo diez, aprovechando por completo el espacio disponible en cada uno. Y en ellos colocó un ciclo de escenas del Antiguo Testamento.
En estas Puertas del Paraíso las figuras se adaptan de manera fehaciente a los cánones de la perspectiva y, al mismo tiempo, el relieve se va aplanando conforme nos adentramos en cada escena, hasta resultar casi absolutamente plano en los fondos. Por el contrario, en los primeros planos predomina el volumen y la corporeidad de los personajes. De esta forma la profundidad es aquí el elemento relevante, junto a la proporción en las representaciones y un destacado gusto por el naturalismo en la composición de las escenas. El arte gótico queda atrás, sustituido por una verdadera joya de la escultura renacentista.
Las Puertas contienen también, en los marcos laterales y en los listones verticales de separación, todo un repertorio de pequeñas esculturas, de figuras bíblicas, motivos vegetales y algunos diminutos bustos de personajes, entre los que se halla el propio autorretrato de Ghiberti. De forma que, a la postre, tenía razón Miguel Ángel: si existiese el Paraíso, no sería necesario construirle una puerta en su entrada; bastaría con poner allí la que Ghiberti había elaborado para el baptisterio florentino, mostrando al mundo los nuevos cánones estilísticos de la escultura renacentista.
Adjunto el repertorio iconográfico de la Puerta, verdadera joya del Renacimiento. Os invito a visitar Florencia, entre otros motivos para que os deleitéis con él.