Hace hoy años que falleció Jacob Von Ruysdael, pintor holandés del siglo XVII. A mí siempre me han parecido enormemente relajantes y evocadoras sus obras . Hoy desde aquí quisiera haceros llegar una semblanza de este artista, fundamental a la hora de comenzar a valorar el paisaje como género independiente.
En realidad cuando nos enfrentamos al impresionismo y empezamos a hablar del paisaje como género independiente no debemos perder de vista el papel primordial que desempeñó a tal efecto la pintura holandesa del XVII, iniciada por Ruysdael y seguida por pintores de la talla de Hobbema, por citar alguno. El inicio del cambio de la concepción de la pintura comenzó tímidamente con los barrocos franceses Poussin y Lorena, pero tuvo su máximo representante en nuestro protagonista de hoy.

Desembarco en Ostia, de Claudio de Lorena

He aquí nuestro artista del día para que le pongáis cara.
Nacido en Haarlem, fue hijo de un fabricante de marcos y también pintor. Como no se conserva ninguna obra de él no nos es posible determinar si aprendió algo de él; lo que sí sabemos es que sus primeras pinceladas las dio guiado de la mano de su tío Salomón Van Ruysdael, y que en 1648 se inscribió en la Escuela de Haarlem, un centro fundamental de la vida artística de la Holanda barroca.
La biografía de Ruysdael está sumida en la misma umbría de algunos de sus bosques de denso follaje. Alguna fuentes atribuyen al artista dotes y estudios de cirujano, pero cuesta pensar eso, dada su continua evolución artística y su extensa producción pictórica.
Una imagen de Haarlem en aquel momento.
Ruysdael tiene la particularidad de que apareció en escena como un maestro consumado. Sus obras iniciales de Haarlem no tienen dudas y tanteos. Desde el principio tuvo la cualidad de engrandecer un detalle natural y convertirlo en central.
Sus inicios estuvieron impregnados de ese mimo , ese cuidado amoroso que puso en cada duna, en cada árbol, en cada retazo de sus obras, dotadas de una armoniosa delicadeza, y una gran concentración. Se diría que enriqueció el follaje de los árboles con sus mejores galas, a través de una pasta densa y espesa. En las figuras que aparecen en sus composiciones vemos una actitud meditabunda o pensativa, en la línea de lo que haría siglos después el romántico alemán Caspar David Friedrich.
Abismo, de Friedrich. Las figuras son simplemente acompañantes del paisaje, como en el paisaje superior de Ruysdael.
Sus árboles de esta época tienen personalidad propia, firmemente arraigados en la tierra, curvándose hacia fuera y hacia dentro, llenos de vital energía. Hay vida tridimensional y atmosférica en ellos. Además durante sus años de migración los colores se hacen más vivos, el espacio gana en altura y profundidad
Ciénaga en un bosque.
En esta época hizo varias obras con densos bosques, dotando a la naturaleza de sentido emotivo y trágico, y dando a los cielos un ambiente melancólico.
Su poder evocador a través de la naturaleza es difícil de superar. La visión se centra en las tres tumbas que aparecen en el plano medio, donde se enfoca el haz de luz. Los motivos secundarios acompañan al motivo principal. ¿veis la rama del haya gesticulando hacia las tumbas?
Ya instalado en Amsterdam sus composiciones se hacen más amplias, y comienza a introducir motivos mas nórdicos.. Cascadas, troncos caídos compiten con sus marinas, o paisajes con molinos, reivindicando la identidad holandesa.
Hacia el final de su vida su arte se debilitó, adelgazándose sus formas, y perdiendo la rotundidad y firmeza de esa pincelada pastosa y enérgica que le acompañó durante la mayor parte de su travesía vital. Pero a nosotros no nos importa. Nos quedamos con ese vigor, esa pasión por la naturaleza en árboles, nubes, cascadas, mares…que hicieron de él el genio del paisaje que fue.
Confío en que os haya gustado el post!
