JEAN PAUL GAULTIER. DE LA CALLE A LAS ESTRELLAS

Cuando uno visita una muestra como la de Jean Paul Gaultier en la Fundación Mapfre se siente enormemente afortunado de vivir en una ciudad como Madrid. Desde su reciente andadura en el Palacete de Recoletos, la Fundación Mapfre se ha convertido en lugar de referencia, donde se celebran exposiciones del más alto nivel.

Lo primero que llama poderosamente la atención en la muestra es el montaje de la misma en sí, como si fuera una pasarela interactiva de unos modelos que se te hacen más cercanos porque la mayoría de sus rostros tienen vida, gracias a un sofisticado sistema de cámaras.

Al lado de una desenfadada pintada, en la que Gaultier rinde su peculiar homenaje a España, está su modelo de raso rosa de té con exvoto de abanicos. Como bien apuntó María López Linares, el encaje del país de todos los abanicos es de alta calidad. En la ejecución del mismo se invirtieron 1583 horas.

El vestido tiene corte de sirena, uno de los preferidos de un genio enormemente próximo, carente de esa altivez que a veces caracteriza a los divos de la alta costura. Y es que él mismo ha querido que la muestra tenga carácter más de instalación que de exposición, ya que, según él, estas últimas se dedican a gente muerta, y él está vivito y coleando.

La primera parte de la muestra nos aproxima a tres de los motivos recurrentes de su panorama creativo: las vírgenes, las sirenas y los marineros.

Entre los maniquíes que llevan sus «virginales» modelos está el primer diseño que realizó, con una exótica modelo a quien conoció en Guadalupe, Alitzia, y que más tarde se convertiría en pieza clave de su equipo. Es un vestido con el pecho totalmente descubierto.

También contemplamos un vestido que llevó una de sus celebrities, Killie Minogue, y que obedece a una  frase de una de sus canciones «el amor apresa», y otro que llevó en Cannes Catherine Deneuve. Todos ellos ellos  repletos de mezclas imposibles, casi irreverentes de exvotos religiosos, tales como trípticos o imágenes.  Para sus creaciones le sirve, tanto el encaje más fino, como la pieza de deshecho encontrada por las calles.

Jean Paul Gaultier exhibition

El segundo por la izquierda, en la fila trasera es el primero que realizó. A su derecha, de azul y rojo el que llevó Catherine Deneuve, y delante, con la cara tapada de encaje, el de Killie Minogue. Coronas de plástico y plexiglás completan el conjunto.

Al lado, y enfatizando el aspecto espiritual de las mismas una fotografía suya, a modo de recordatorio de comunión.

La torre Eiffel, símbolo fetiche del autor, se vé en segundo plano. La fotografía es del estudio de Pierre and Gilles.

El segundo motivo que observamos en el centro de la sala son sus sirenas, de trajes de escamas, uno de ellos terminado en cola, y repletos de madreperlas y corales. Uno de ellos le quedó tan estrecho que tuvo que fabricar unas muletas para que la modelo pudiera caminar por la pasarela.

Encima les coloca una pátina de pintura incolora, para que tengan el efecto brillante de los pescados recién salidos del mar.

dos sirenas de Gaultier, una de ellas con los pechos cónicos  prefigurando la mujer dominadora con sus armas de seducción expresamente acentuadas.

Gaultier es un buscador incansable de la singularidad  de la rareza. Cuando hace castings para sus desfiles hace uso de una premisa básica :»rostros raros no abstenerse»

En la tercera parte de su particular odisea está la raya marinera, otro de sus leit motifs. Para él en la raya simboliza la perfección arquitectónica de la línea. «Siempre he dicho que la raya marinera es atemporal, «se llevaba cuando nací, se lleva ahora, y me atrevo a asegurar que se llevará siempre»

Cabe destacar un vestido de raya marinera, de aspecto casual en su parte superior, pero con la falda repleta de plumas de avestruz lacadas y cosidas a mano individualmente. Este vestido lo llevó Carolina de Mónaco en uno de los Bailes de la rosa en Montecarlo.

Enfundado en un jersey de rayas marineras de visón aparece el mismo Gaultier, que nos dá la bienvenida hablando en francés, inglés y español.

Aparece la falda masculina, para la cual se inspiró en los camareros de los restaurantes parisinos y en los samuráis. Es cuando aparece la idea del hombre objeto, y cuando se desdibuja la diferencia entre prendas destinadas a la mujer y al hombre. Todos pueden llevarlo todo.

Vestidos de marinero de cuero, el vestido de plumas de avestruz y Gaultier con jersey visón y falda masculina.

Gaultier nace en 1954 en Acueil, a las afueras de París. Desde niño sintió aversión por el colegio, donde le ridiculizaban y le tildaban de afeminado. Por ello inventaba mil excusas, ante las que sus padres le dejaban al cargo de su abuela. Allí se gestó su carácter, su vocación, al abrigo de aquella mujer inusual que ejercía de curandera, y que tenía un aparato de televisión donde le dejaba ver de todo.

Estaba de moda la película Falbalas, que narraba la historia de un joven modisto y su musa, la actriz Micheline Preslé.

 

Curiosamente Gaultier diseñó el vestido que llevó esta actriz cuando le entregaron el Cannes honorífico en 2007.

Curioseando en al armario de su abuela descubrió los corsés que ésta se ponía. Al saber que eran elementos que oprimían al cuerpo, quedó hondamente impresionado. Su abuela le contó qué sacrificios hacían las mujeres, que ingerían bocanadas de vinagre antes de cada tirón para contraer el estómago. Comenzó a diseñar sus propias versiones. su primer modelo fue Nana, su osa de peluche, con la que experimentaba, le cortaba el pelo, la teñía…

La famosa Nana

De su abuela sacó también la fascinación por las latas de conserva, ella tenía un gato, y le alimentaba a base de ellas. Por ello y como tributo a este objeto sus primeros perfumes fueron en latas. Las esencias también fueron alteradas, usando algunas típicas femeninas en perfumes de caballero, como la vainilla.

Diseña para Madonna los corsés liberadores para el  Blond Ambition Tour del 1990. Estaban creados con materiales ligeros, que liberaban a la mujer. Madonna los llevaba por encima de la ropa, lo cual fué un impacto para la época.

Los dos corsés más usados en la gira.

Consideraba el cuerpo humano como algo perfecto, digno de ser admirado y estudiado. Aparecen en la sección «Como una segunda piel» unos diseños enormemente originales, auténticos trampantojos, prodigios de su imaginación. Se marcan las venas, los músculos, aparecen vestidos de «desnudos» y fotografías del singular Mario Testino de las celebrities que sucumbieron a sus encantos: Naomí Campbell, Kate Moss, Linda Evangelista…las top de los 80. Hasta Carla Bruni le encargó un modelo cuando estaba embarazada.

La gira de Madonna del 2006 vuelve a tenerle como diseñador. La mujer está ejerciendo de dominatrix ante un hombre objeto vencido. La cola del caballo que pende del sombrero de la cantante es otro símbolo de dominación. En China se prohibió la gira por la polémica suscitada.

 

En el centro, segunda piel, a los lados imágenes de la gira de Madonna 2006.

En la siguiente sala rinde un homenaje al París más tradicional, más «clásico» aunque no por ello deja de introducir en los modelos sus toques de originalidad: el principe de gales, el ojo de perdiz…los motivos clásicos dentro de un universo creativo de incuestionable originalidad.

Un rotundo homenaje a la torre Eiffel aparece en tacones, medias y vestidos. La femme fatal se despoja de los convencionalismos y se reviste de modernidad en los hábitos. ¿El rey? El tabaco.

Divertido y original homenaje al Folies Bergere.

Cruzamos a la sección de enfrente, como si del Canal de la Mancha se tratase para ver la sección que ha dado en bautizar como punk can- can. No falta ni el grafitti, realizado expresamente para la muestra por Estudio 33 (nada se ha dejado al azar). En la pasarela cuadros escoceses, tachuelas, vestidos de noche de camuflaje, en concreto uno que llevó Sarah Jessica Parker a los MTV, o el mismo Gaultier al estreno de Kika.

Aquí está su universo londinense, una explosión de colorido y alegría.

Su siguiente sala es un homenaje a Madrid, sede de la exposición. Ante una proyección del bullicio de sus calles aparece la mas variada combinación étnica en modelos que rinden tributo a las diversas culturas del mundo.

Nos recibe una novia que lleva por velo unas plumas de indio sioux, y cuya falda está hecha a base de retazos de una guerrera militar. Otra, un poco más allá, tiene el vestido compuesto por una máscara africana hecha a base de plisado de tul blanco.

Dos novias diferentes.

Al lado de vestidos de leopardo, cabeza incluída, destacan en esta parte en primer lugar el que llevó Dana Internacional a Eurovisión, hecho con plumas de papagayo, un original bolso de carey, un carrito de la compra de visón, o uno realizado para Frida Kalho.

Dana con el vestido

Carrito de la compra de visón, ¿Os animáis a comprarlo?

Mención aparte debe el hecho de la colección que diseñó  inspirada en los judíos yasídicos. Cuentan que bajando de un  taxi en New York vio cómo salían de una sinagoga unos judíos con sus tradicionales gorros y tirabuzones. Después manifestó que hacía mucho tiempo que no veía algo tan sublime.

Se lanzó a diseñarlos y se los hizo poner a sus chicas modelos en una campaña. Ríos de tinta corrieron de la comunidad judía, pero a él le dio igual. No pretendía ofender.

Las causantes del escándalo.

Gaultier es versátil, grabó un disco, ha trabajado en televisión, y ha tenido colaboración en numerosas producciones cinematográficas. Las más sonadas con Pedro Almodóvar, con quien la química es total. Kika, La mala educación, La piel que habito, son algunas de las producciones del manchego para las que ha prestado su aguja e ingenio.

Kika, La piel que habito y La mala educación.

Uno de sus preferidos, de Kika.

En el ámbito internacional tenemos su intervención en El quinto elemento.

Para finalizar tenemos una pequeña muestra del creador como diseñador de muebles de viaje, y unas butacas estilo Ben Hur.

Un diez a la muestra, al creador, y al mundo de sueños en el que nos introduce al visitar sus creaciones. ¡¡Muchos éxitos, «enfant terrible!!