UN ALMUERZO DE ALTURA

Quien me conozca algo ya, sabrá que soy fan confesa, entre muchas otras cosas del siglo XIX en el ámbito artístico y social. No podía ser de otro modo; me cautiva todo lo relacionado con esta centuria, ya que soy una romántica empedernida, pese a que eso ya no esté muy de moda.

Entre otras facetas me encanta el trasfondo que alimentaba la cultura en esa época en las tertulias de café, tan famosas, en las que eminentes figuras del arte y la literatura departían acaloradamente en los salones de los lugares más emblemáticos: citaré el café Lyon, y el Gijón en Madrid y el café Flore en París,  entre otros. Allí se gestaron los cambios sociales, artísticos y literarios que conformaron los cimientos del mundo moderno.

 

Por ello me sorprendió gratísimamente encontrar una invitación en mi correo electrónico de Carla Royo Villanova para asistir a su III Almuerzo, en el Restaurante Las Pocholas de Fortuny. Dichos almuerzos los ha institucionalizado para potenciar ese aire de humanismo en pleno siglo XXI, tan necesario en un tiempo en el que lo que parece primar es el individualismo del que somos víctimas todos, en mayor o menor medida, debido a la sobreestimulación informática:  internet, los móviles, y demás.

 

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Carla es una mujer todoterreno. Bajo esa elegancia innata que tiene, esa belleza y esa cara dulce se esconde una mujer luchadora y tenaz. Tengo la suerte de conocerla desde hace un año, gracias a nuestra amiga común María López Linares, y mi cariño y admiración por ella han crecido de modo exponencial.

Nuestra anfitriona había dispuesto la mesa del lugar de un modo impecable. Había una carta personalizada y un regalo para cada uno, una crema de su línea de cosmética, en un coqueto reservado que destilaba elegancia art nouveau por los cuatro costados, y en el que nos trataron como a reyes.

He de decir que nunca antes había estado mejor rodeada: al almuerzo conmigo acudieron Carmen Cervera, baronesa Thyssen, Guillermo Solana, director artístico del museo, Cesar Galicia, artista relevante del realismo español, la galerista Soledad Lorenzo, Aurelio Manzano, periodista, Marta Robles, periodista y escritora, Juan Luna, conservador del Prado, y  Antonio de Felipe, artista pop.

Yolanda, el alma máter de las Pocholas, nos desglosó el menú con gracia y profesionalidad antes de comenzar el almuerzo.

Desde el principio me sentí enormemente cómoda charlando con ellos, además se dio  la curiosa casualidad de que todos conocían a mi tío Luis Alberto

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La conversación fluía al tiempo que los platos se deslizaban sobre el mantel. Para mi gran alegría César Galicia había llevado un catálogo de su obra para cada uno. En el pude apreciar de cerca lo que ya había constatado en internet. Es un artista de poética moderna que trabaja con la minuciosidad de antaño. Sus obras me recuerdan a las grisallas de Van Eyck, y así se lo hice saber.

Carmen Cervera es una mujer enormemente simpática, que se conserva de modo espectacular. Yo aseguro que firmaba donde fuera para llegar a su edad así. Destiló naturalidad y frescura, y demostró su categoría humana.

A Guillermo Solana ya le seguía y admiraba antes, la comida no fue sino una constatación de lo que ya imaginaba: un hombre encantador, dotado de ese magnetismo que ya transmite en las redes sociales, y con un dominio extraordinario del arte. Traté de sonsacarle sobre próximas exposiciones, y algunas cosas nuevas sé…( Valentino recalará en el Thyssen en otoño, id preparándoos)

Marta Robles tiene, además de una belleza increíble, una personalidad arrolladora, te atrapa desde el minuto cero. Sus palabras acerca de su novela Luisa y los espejos me engancharon de tal modo que ya obra en mi poder la novela de marras, y la estoy devorando a velocidad de vértigo.

Soledad Lorenzo es una mujer de un mundo interior fascinante, una persona a la que merece la pena descubrir poco a poco.

Juan  Luna, conservador jefe del Prado, además de entrañable es un hombre conversador , interesantísima su charla acerca de cómo asesoró a los guionistas de la famosa serie  Gran Hotel, nos hizo pasar un rato inolvidable.

 

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En cuanto a Antonio de Felipe lo que impresiona de él es su entusiasmo, y que es tremendamente vital, además de un artista como la copa de un pino. Nos comentó que expondrá en Milán, y el próximo año en La Casa de vacas del Retiro. A mi sus cuadros me transmiten una enorme positividad.

Clorata de Potasa, nombre artístico de Guillermina Royo Villanova, nos obsequió con una de sus geniales reproducciones artísticas.

Desde aquí os doy las gracias a todos los que acudisteis al almuerzo por haberme dado la oportunidad de conoceros, a las Pocholas por el trato y la calidad de la comida, y sobre todo a Carla Royo Villanova, el hada madrina que agitando su varita hizo que la magia fuera posible.