Hoy esta crónica nos acercará a los pintores vieneses de la época dorada de Viena.
En la Secesión el papel de los pintores fue tan importante como el de los arquitectos. El más conocido es Gustav Klimt, al que dediqué un post que podéis releer. Sus mujeres misteriosas y sensuales, de silueta delicada y sinuosa, eran muy apreciadas por los vieneses.
El friso de Beethoven. La alternancia de los efectos de multitud con los espacios vacíos marca el ritmo de los 34 metros del lienzo. 1902. Gustav Klimt. Osterreische Gallery. Viena.
En su “periodo dorado” conjugó motivos simplificados y elementos naturalistas sobre un fondo de oro. A fuerza de estilización y búsqueda. Klimt rozó la abstracción.
Detalle de El friso de Beethoven: las tres gorgonas. Voluptuosidad, Lujuria e Intemperancia. El artista asoció la mitología griega a sus temas eróticos. 1902. Gustav Klimt. Osterreische Galerie. Viena.
Pero la popularización del estilo modernista por los Talleres vieneses, el abuso de las líneas curvas y de los elementos decorativos dieron como resultado unas obras de estética casi kitsch.
Judith II, nueva versión de uno de los lienzos más célebres de Klimt, cautiva por su refinamiento y sensibilidad. El pintor conjugó el realismo con el simbolismo de los motivos del fondo. Gustav Klimt. Galería Vytvarneho Umeni, Ostrava.
A principios del siglo XX se impuso el pesimismo, y la desgarrada interrogación expresionista pudo más que la gracia de la Secesión. Egon Schiele causó asombro por su universo angustiado, sus dibujos angulosos de colores estridentes y su gusto por las máscaras cadavéricas y las posturas atormentadas.
El dibujo y la postura atormentada de La mujer del artista recuerdan ligeramente al realismo de Toulouse-Lautrec. 1917. Egon Schiele. Galería Nacional. Praga.
En la misma línea, Oscar Kokoschka añadió a la impetuosidad del dibujo y la energía del trazo un colorido generoso y seductor, de gran carga expresiva.
Los colores y el dibujo llamativos de este retrato de Hans y Erica Tietze rompen con la suavidad de las líneas y el colorido de la Secesión. 1909. Oskar Kokoschka. Museo de arte moderno. Nueva York.
A mí particularmente, me fascina el particular universo creativo de cada uno de ellos.
¡Confío en que os haya resultado interesante!