Hoy hablaré de estas refinadas reuniones. Empecemos:
La Restauración fue más favorable a los salones que el Imperio. Cada ciudad poseía el suyo, pero París marcaba la pauta.
La Opera de la Calle Le Peletier se inauguró en 1821 y allí se celebraban todos los grandes bailes de la época romántica. 1821. Biblioteca de la Opera. París
Allí, al igual que en las provincias, la sociedad estaba dividida en dos clanes: el barrio de Saint-Germain, en el que dominaba la nobleza, y el de Saint-Honoré, más próximo a los medios de las altas finanzas y la política.
Los salones se distinguían por las personas que los frecuentaban. El más literario era el de Madame Ancelot, que acogía a la juventud romántica. A partir de las siete de la tarde se iba de frac y se hablaba, se escuchaba música, o se leía el último escrito del día.
El salón romano de la reina Hortensia, que hacia 1815 regentó en París uno de los Salones más brillantes del Imperio. F.Cottrau. Museo Napolitano. Roma.
La Malibrán, una de las cantantes más célebres de la época, deleitaba al público con su voz y Delphine Gay, la “musa de la Restauración”, declamaba poemas.
La Malibrán. La gran cantante, de origen español, triunfó en París entre 1825 y 1830. Henri Decaisne. Museo Carnavalier, Paris.
El de la Duquesa de Duras era muy monárquico, mientras que el de Madame Staël era más liberal. Sin embargo, los salones eran también lugares de diversión, consagrados después de la medianoche a la juventud y a la danza.
Trajes de baile. La mujer lleva un largo corpiño ajustado y una falda de volantes; el hombre viste frac sobre pantalón ancho corto. Biblioteca de las Artes Decorativas, Paris.
El baile de disfraces que dio el 20 de febrero de 1829 la duquesa de Berry, nuera de Carlos X, se hizo célebre.
La duquesa de Berry con sus hijos. Reina de la moda,alcanzó su máximo prestigio en 1829, cuando organizó la “contradanza de María Estuardo, un baile de disfraces al estilo del siglo XVI. 1822. Françoise Gerard, Museo de Versalles.
Baile turco ofrecido por la duquesa de Berry en las Tullerías.
Un ambiente al mismo tiempo erudito y frívolo, que despertaba pasiones.
¡Confío en que os haya resultado interesante!